sábado, 13 de octubre de 2012


Resumen: Capitulo III

La enseñanza se correlaciona positivamente con el aprendizaje a la vez que puede dificultarlo u obturarlo. Los enfoques constructivistas sobre la enseñanza y el aprendizaje han estado, en los últimos años, en el centro de interés tanto de las investigaciones teóricas como de las empíricas. El constructivismo rompe con las opciones epistemológicas que sostienen el saber pedagógico dominante en la escuela y hace cobrar sentido a las acciones significativas del alumno.

En este marco, este tipo de errores pueden ubicarse como producciones esperables y benéficas para el docente, ya que constituyen verdaderos indicadores didácticos que les posibilitan realizar intervenciones pedagógicas ajustadas a las posibilidades de aprender de los alumnos y no realizar acciones “a ciegas” o solamente fundadas en su experiencia. Un error producido por el alumno, aun cuando sea un nuevo error pero mas avanzado, es más fecundo que el éxito inmediato si éste sólo responde a una copia sin comprensión o una reiteración mecánica.

Los mapas conceptuales, por ejemplo, al organizar los conocimientos como una trama interrelacionada y jerarquizada, permiten al docente realizar un “seguimiento” de los procesos de aprendizaje de cada alumno, mostrándole los diferentes caminos a seguir. Los mapas conceptuales permiten al docente moverse con plasticidad ante cualquier planteo de los alumnos, aun ante planteos que aparentemente podrían “desviar” el tema que se está tratando.

Sumariamente, en los últimos tiempos nos encontramos con didactas preocupados por la demarcación del campo disciplinar de la didáctica y por la búsqueda de la propia identidad, y con profesores e investigadores que tratan de afianzar la proyección de las didácticas especiales en función de los distintos contenidos disciplinarios de la enseñanza. Las rupturas constantes de las metodologías y los procedimientos que se instrumentan en el aula por otros menos agresivos, pero igualmente normativos, en desmedro de la apertura de espacios creativos y auténticos sin más barreras que las de la práctica y la reflexión que hacen el conocimiento. En este marco Menin funda su propuesta en una didáctica general de nuevo tipo, en las teorías del conocimiento (científico y no científico) y en la práctica cotidiana en el aula, arraigada en una perspectiva histórica e institucional.

La ayuda pedagógica es necesaria porque sin ella los alumnos no podrán orientar sus aprendizajes en la dirección de las finalidades educativas institucionales, y porque sin ella es poco probable que los aprendizajes logren el máximo de significatividad posible. Las acciones del docente sólo podrán ser eficaces si se ajustan a la situación áulica particular y a las posibilidades de aprender del alumno en ese lugar y tiempo específico.

Globalización, red y transversalidad son tres conceptos que constituyen una suerte trípode que sostiene un nuevo modo para pensar la enseñanza y el aprendizaje. El conductismo nos invalida a aislar, a descontextualizar, a poner el énfasis sobre los premios y castigos y a trabajar intradisciplinariamente. Toda una filosofía de vida socialmente aceptada y que aún hoy resiste. Mientras que el constructivismo también es mucho más que una teoría psicológica o una epistemología que aporta a la educación.

La aceptación de que el aprendizaje es fruto de un activo proceso de resignificaciones que realiza el alumno, abre la posibilidad a otro modo de pensar las estrategias didácticas que sostienen la practica pedagógica enmarcadas en la pedagogía transmisiva, hacia un nuevo modo de pensar las estrategias didácticas en torno a la idea de construcción y a partir del paradigma de la complejidad. Los papeles que juegan tanto el alumno como el docente están delimitados con funciones específicas: el alumno debe construir sus propios conocimientos y estrategias de aprendizajes basándose en el conocimiento previo, y mientras el docente construye y reconstruye las condiciones de ese aprendizaje