Resumen:
Capitulo III
La enseñanza se
correlaciona positivamente con el aprendizaje a la vez que puede
dificultarlo u obturarlo. Los enfoques constructivistas sobre la
enseñanza y el aprendizaje han estado, en los últimos años, en el
centro de interés tanto de las investigaciones teóricas como de las
empíricas. El constructivismo rompe con las opciones
epistemológicas que sostienen el saber pedagógico dominante en la
escuela y hace cobrar sentido a las acciones significativas del
alumno.
En este marco, este
tipo de errores pueden ubicarse como producciones esperables y
benéficas para el docente, ya que constituyen verdaderos indicadores
didácticos que les posibilitan realizar intervenciones pedagógicas
ajustadas a las posibilidades de aprender de los alumnos y no
realizar acciones “a ciegas” o solamente fundadas en su
experiencia. Un error producido por el alumno, aun cuando sea un
nuevo error pero mas avanzado, es más fecundo que el éxito
inmediato si éste sólo responde a una copia sin comprensión o una
reiteración mecánica.
Los mapas conceptuales,
por ejemplo, al organizar los conocimientos como una trama
interrelacionada y jerarquizada, permiten al docente realizar un
“seguimiento” de los procesos de aprendizaje de cada alumno,
mostrándole los diferentes caminos a seguir. Los mapas conceptuales
permiten al docente moverse con plasticidad ante cualquier planteo de
los alumnos, aun ante planteos que aparentemente podrían “desviar”
el tema que se está tratando.
Sumariamente, en los
últimos tiempos nos encontramos con didactas preocupados por la
demarcación del campo disciplinar de la didáctica y por la búsqueda
de la propia identidad, y con profesores e investigadores que tratan
de afianzar la proyección de las didácticas especiales en función
de los distintos contenidos disciplinarios de la enseñanza. Las
rupturas constantes de las metodologías y los procedimientos que se
instrumentan en el aula por otros menos agresivos, pero igualmente
normativos, en desmedro de la apertura de espacios creativos y
auténticos sin más barreras que las de la práctica y la reflexión
que hacen el conocimiento. En este marco Menin funda su propuesta en
una didáctica general de nuevo tipo, en las teorías del
conocimiento (científico y no científico) y en la práctica
cotidiana en el aula, arraigada en una perspectiva histórica e
institucional.
La ayuda pedagógica es
necesaria porque sin ella los alumnos no podrán orientar sus
aprendizajes en la dirección de las finalidades educativas
institucionales, y porque sin ella es poco probable que los
aprendizajes logren el máximo de significatividad posible. Las
acciones del docente sólo podrán ser eficaces si se ajustan a la
situación áulica particular y a las posibilidades de aprender del
alumno en ese lugar y tiempo específico.
Globalización,
red y transversalidad son tres conceptos que constituyen una suerte
trípode que sostiene un nuevo modo para pensar la enseñanza y el
aprendizaje. El conductismo nos invalida a aislar, a
descontextualizar, a poner el énfasis sobre los premios y castigos y
a trabajar intradisciplinariamente. Toda una filosofía de vida
socialmente aceptada y que aún hoy resiste. Mientras que el
constructivismo también es mucho más que una teoría psicológica o
una epistemología que aporta a la educación.
La aceptación de que el
aprendizaje es fruto de un activo proceso de resignificaciones que
realiza el alumno, abre la posibilidad a otro modo de pensar las
estrategias didácticas que sostienen la practica pedagógica
enmarcadas en la pedagogía transmisiva, hacia un nuevo modo de
pensar las estrategias didácticas en torno a la idea de construcción
y a partir del paradigma de la complejidad. Los papeles que juegan
tanto el alumno como el docente están delimitados con funciones
específicas: el alumno debe construir sus propios conocimientos y
estrategias de aprendizajes basándose en el conocimiento previo, y
mientras el docente construye y reconstruye las condiciones de ese
aprendizaje